Las plantas potabilizadoras industriales y municipales en ocasiones presentan malos olores que perjudican la vida de los trabajadores y habitantes de la región. Conozca los procesos para el control de olores en plantas de tratamiento de agua y efluentes.
El proceso de control de olores en las plantas de tratamiento de aguas residuales es algo que ha sido ampliamente investigado a lo largo de los años, ya que este tipo de contaminación afecta a quienes viven cerca de las plantas y también a los equipos operativos que trabajan allí.
Los olores no deseados forman parte, desgraciadamente, del proceso de tratamiento del agua y, aunque cada vez existe un mayor compromiso con la reducción de la contaminación por olores, lo cierto es que este camino se ha emprendido de forma gradual. En todo el mundo, existe una creciente dedicación a la investigación sobre el tema, llevada a cabo por profesionales especializados en la gestión del agua, que siguen esforzándose diariamente por la evolución de estrategias, métodos y tecnologías que permitan una mayor sostenibilidad y una reducción de los impactos y riesgos de los procesos relacionados con las plantas de tratamiento.
Todo el proceso relacionado con el ciclo del agua y su tratamiento es, de hecho, fundamental para que la vida humana pueda desarrollarse de forma saludable y sin poner en riesgo el bienestar, la salud y la seguridad de todos. Por tanto, cuando se habla de mejora de procesos, especialmente en la actual era digital, es necesario considerar cómo las tecnologías digitales pueden ayudar a resolver problemas y qué impacto tienen en todos los procesos, desde la limpieza de nanopartículas de las aguas residuales hasta la reducción de la contaminación por olores en las plantas de tratamiento.
Este artículo le ayudará a comprender cómo puede llevarse a cabo el control de olores en las plantas de tratamiento de agua y aguas residuales, qué estrategias y procesos se utilizan actualmente y cómo pueden ayudar a mejorar todo el proceso de tratamiento del agua para evitar olores no deseados.
El tratamiento y la depuración del agua son, como sabe, esenciales para garantizar la vida y la salud humana y asegurar la protección del medio ambiente.
Aunque así sea, es un hecho que durante el tratamiento de las aguas residuales en las depuradoras también hay limitaciones y problemas. La contaminación por olores es uno de los problemas más evidentes, y su intensidad se ve acentuada por factores tan diversos como la época del año, las condiciones climáticas e incluso la región en la que se encuentra la depuradora.
Los principales problemas se dan en cuencas y lagunas donde el agua queda almacenada y estancada hasta su tratamiento o eliminación. Estos, por tanto, provocan que varios efluentes industriales se estanquen, promoviendo olores no deseados que perjudican a las comunidades aledañas, reduciendo su calidad de vida.
Los malos olores procedentes de estas estaciones, a menudo comparados con los de la comida en mal estado, corresponden al aroma procedente de la descomposición de los elementos químicos de los efluentes y hacen que, a diario, algunas regiones se impregnen de olores molestos e incluso nauseabundos.
Estos olores proceden principalmente del almacenamiento y la deshidratación de lodos y durante mucho tiempo se han considerado un problema sin solución.
Aunque así fuera, desde principios de siglo la investigación científica y técnica busca soluciones para tratar adecuadamente los efluentes industriales con el fin de garantizar el control de los olores.
Las frecuentes quejas por malos olores en las depuradoras, así como la concienciación de que son molestos y responsables de la reducción de la calidad de vida de los residentes y trabajadores locales, han llevado a la introducción de nuevas normas para regular la cuestión y a que los equipos técnicos y científicos inicien una búsqueda más intensa de soluciones a los malos olores.
Estas investigaciones han permitido aplicar algunas soluciones preventivas, como la colocación de cubiertas en los estanques o lagos estancados de las depuradoras y también el desarrollo de soluciones bioquímicas para reducir la contaminación por olores.
Con la necesidad de seguir tratando el agua, pero con la conciencia de que las comunidades locales se ven afectadas por los olores generados en el proceso, las soluciones a los malos olores empezaron a formar parte del proceso en varias plantas de tratamiento, para garantizar la desodorización mediante tecnología en los procesos físico-químicos y biológicos.
Hoy en día existen varios procesos de desodorización utilizados en las plantas de tratamiento de agua y aguas residuales que contribuyen a garantizar una reducción de los olores no deseados en este proceso y, en consecuencia, de la contaminación por olores.
Una de las vías utilizadas en este proceso es la aplicación de una malla que capta las emisiones de olor, lo que permite monitorizar toda la información relativa a los malos olores que se emiten. La identificación de la expresión de los olores y su mapeo, así como la posibilidad de cruzar estos datos con otros -como los climáticos- permite reaccionar de forma más inmediata ante cualquier tipo de anomalía que pueda existir y que esté teniendo un efecto negativo en términos de contaminación por olores.
Otra solución, basada en procesos tecnológicos físico-químicos y biológicos, también consigue eliminar las partículas gaseosas de olor licuándolas e impidiendo que las moléculas de gas propaguen el mal olor. Este proceso relativamente nuevo tiene un rendimiento muy elevado, y se calcula que elimina alrededor del 99% de los malos olores de las depuradoras.
Por último, un proceso biológico que reduce los olores no deseados y resuelve el problema de los malos olores es la oxidación de las moléculas olorosas en forma líquida. Actuando como un filtro, este proceso garantiza una mayor purificación y reduce el impacto de los olores no deseados.
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