Los lodos y biosólidos han sido considerados siempre como productos de desecho por parte de cualquier tipo de industria. Es más, siempre se han tratado como residuos altamente peligrosos, ya que su composición hace que tengas unas tasas contaminantes realmente preocupantes.
Sin embargo, con el tratamiento defectuoso de lodos y biosólidos, lo que se ha estado haciendo es desaprovechar un recurso material capaz de dar un servicio eficaz en esferas como la de la agricultura. Es necesario, por ello, que se atiendan a sus posibilidades, algo que no deja de crecer gracias a las nuevas tecnologías de tratamiento.
Los lodos y biosólidos no se producen de forma natural, esto es algo evidente. En muchos casos, son el producto directo de la actividad industrial en muchos de sus sectores, aunque también el día a día de nuestras sociedades en grandes ciudades es capaz de generar importantes cantidades de estos subproductos.
La simple recolección de aguas residuales procedentes del consumo y uso humano es suficiente para crear grandes cantidades de ellos. Pese a que, como vamos a ver, esto tiene algún riesgo, también abre la ventana a disponer de grandes cantidades de estas sustancias listas para ser tratadas y empleadas de las formas más diversas.
Sin ir más lejos, las grandes depuradoras de aguas situadas en la mayoría de ciudades son las que aportan una mayor cantidad de estas sustancias. Tanto es así que, si no se tiene una política efectiva para su tratamiento, su acumulación se puede convertir en un problema.
El motivo de ello se encuentra sin duda en la capacidad contaminante que tienen. Sí, su almacenamiento sin más o su simple desecho en lugares no adecuados son acciones que pueden suponer sin la menor duda un grave problema en la naturaleza.
Debe quedar clara una cosa: los lodos y biosólidos antes de ser tratados no son para nada útiles y sí bastante peligrosos. De ahí que la tecnología sea clave para conseguir los mejores resultados evitando que se produzcan problemas con estas sustancias.
Como decimos, la tecnología es fundamental, por lo que es necesario comprender cómo se tratan los productos de los que hablamos para que sean útiles.
Uno de los sistemas más empleados de la actualidad es el de la hidrólisis térmica. Empleando este método, se pueden conseguir enormes cantidades de biogás que directamente se puede emplear como combustible, lo que explica que sea uno de los métodos favoritos en muchos países y sectores.
No hay que perder de vista que, por muy contaminantes que sean, los lodos cuentan con sustancias en su composición que son de un alto valor para muchos usos. Hablamos del nitrógeno o el fósforo sin ir más lejos. Para aislar estos componentes existen tecnologías que, además, reducen significativamente el volumen de las sustancias que finalmente son desecho.
El secado tanto por aire caliente como en invernadero es otro de los sistemas que hoy se encuentran más en boga. En ambos casos, eliminando el componente húmedo de las sustancias, se consigue un material libre de muchos de sus problemas contaminantes y que, además, se puede compactar para una manipulación cómoda y segura.
Por último, encontramos el sistema de incineración que reduce en unos dos segundos el lodo a simples cenizas. Estas se pueden mejorar con diferentes sistemas para obtener un producto interesante en varios sectores que veremos luego.
Si las empresas que producen lodos y biosólidos comprenden que lo que tienen entre manos es una sustancia de la que aún se pueden obtener muchos beneficios, empezarían a tratar a este material como algo mucho más importante que un simple desecho.
Las posibilidades son tan grandes que incluso hay compañías con altos recursos que han implementado plantas de tratamiento para no depender de nadie en el aprovechamiento de los lodos y de los derivados que pueden obtenerse de ellos.
No hay que dejar de lado aquí que las tecnologías actuales, las que hemos visto antes, se pueden implementar en muchos lugares sin un esfuerzo que sea demasiado importante, por lo que las ventajas saltan a simple vista en la mayoría de los casos.
Entre los usos más comunes se encuentra el de obtener biogás. Es importante comprender que aquí estamos ante un combustible completamente sostenible que se produce de forma natural y en tiempo real, por lo que no hay que explotar yacimientos de ningún tipo.
El biogás se produce por la acción de las bacterias sobre los lodos, acción que hace que el gas se libere debido a la digestión de estos seres vivos. En una instalación especializada, las cantidades de biogás que se pueden obtener son enormes, y todo ello tratando unas sustancias que hasta no hace tanto eran consideradas como simples desechos.
Más tarde, ese mismo gas puede llegar a ser empleado en la misma industria como fuente de energía e incluso se le puede dar un uso doméstico llegando a los domicilios de personas que nunca han visto de cerca un biosólido.
Pero hay otro uso más que debe alejar de la mente de todos la idea de que los lodos y biosólidos son desechos. Este no es otro que su empleo como fertilizante. Estos productos contienen altos niveles de nitratos, fosfatos y otras sustancias que son necesarias en muchos cultivos para que estos prosperen.
En lugar de tener que obtener estos compuestos por otras vías, algunas de las técnicas de tratamiento que antes expusimos se sobran para conseguir que los agricultores de todo el mundo dispongan de fertilizantes adecuados procedentes de esta fuente.
Es más, en países como Dinamarca, Argentina y otros, el uso de fertilizantes obtenidos directamente de esta fuente no deja de ganar adeptos convirtiéndose en todo un negocio para las empresas que han sabido apostar por él.
En definitiva, lejos de esa idea que señalaba que lodos y biosólidos eran poco más que desechos, hoy la industria ha demostrado que son sustancias de alto valor que pueden ofrecer mucho, lo que se ha conseguido gracias a los avances tecnológicos.
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